jueves, 27 de junio de 2013

Oso González Cap.8



Oso González abrió los ojos, después de una gran lucha por mantenerse dormido. Lentamente, giró su cabeza hasta su mesilla de noche, donde Pelusa descansaba alegremente. Con una ligera sonrisa, Oso González se levantó de la cama, no sin antes comprobar que su despertador se había parado esa mañana y que, gracias a eso, llegaría bastante tarde.
Unos minutos después, cuando Pelusa se despertó por fin, se despejó de la manta tamaño pulga que le proporcionaba calor tamaño pulga en su pequeño cuerpo tamaño pulga por las noches. Con gran pereza, se estiró en su pequeña caja de cerillas en la que dormía y se levantó, para después descender por la pequeña escalera que colgaba de su mesilla.
Cuando llegó a la cocina, Oso González ya la esperaba, con el desayuno preparado, que rápidamente le ofreció a Pelusa. Él llevaba una ligera chaqueta granate y unos zapatos color nuez.
-Grachiach, Oso González. ¿A dóndech vach?
-Vamos a la fiesta de fin de curso de mi primo pequeño.
-¡Quéch biench!
Pelusa se sentó rápidamente en la silla más pequeña que había en la mesa, y depositó la bandeja con una mini-taza de leche con Cola-Cao  y una pequeña magdalena en su mesa especial, que estaba en lo alto de la mesa de Oso González. Pelusa comenzó a comer.
-¿Túch noch comech?
-Yo ya he desayunado antes, Pelusa, para ir más rápido. ¡Apura, que no queda tiempo! –Pelusa asintió, y siguió absorbiendo la leche con su pequeña pajita apoyada en la taza verde (su favorita de, por su color y sus dibujitos) en la que estaba el Cola-cao, ya casi terminado.

Poco después, Oso González recogió la bandeja de Pelusa, mientras esta se lavaba la cara y se aseaba.
Cuando Pelusa acabó, Oso González ya la esperaba delante de la puerta. Se dirigió hacia él y, al mismo tiempo, este la subió hasta su hombro izquierdo. Después, se dirigieron hasta la puerta y salieron.

Quince minutos más tarde, llegaron a un patio de un colegio. La música comenzó a sonar, y unos pequeños ositos salieron de forma ordenada y se colocaron en sus respectivos sitios. Había ositos de todas razas: polares, pardos, pandas… Entre ellos, Os González consiguió distinguir a su primo pequeño, un osito polar, que rápidamente salió corriendo hasta llegar junto a él.
-¡Hola, Oso González! ¿Qué haces aquí? ¡Qué sorpresa! Y, ¿quién es ese? –preguntó el osito, señalando a Pelusa.
-¡Oyech! ¡Quech choy unach chicach! –exclamó Pelusa, enfadada.
-Que bien que estéis aquí, muchas gracias. Ahora… ¿me haríais un favor?
Oso González asintió, y, el osito no vio una oportunidad mejor para explicarle el plan.

Un rato después, un apuesto gran búho apareció en el patio.
-Ese es mi profesor. –indicó su primo a Oso González.
En ese momento, aquel búho comenzó a hablar, presentando al grupo de baile, que se componía de toda la clase del primo de Oso González:
-Bienvenidos al Bear School. Hoy, los alumnos de 6º realizarán el baile de fin de curso.
El patio estalló en aplausos. En ese momento, la música comenzó a sonar. Los ositos se levantaron poco a poco, y se dejaron llevar por la música, haciendo todos los mismos movimientos. Muchos espectadores se dieron cuenta de que… ¡había una pulga bailando! ¡Y era Pelusa! ¡Y también Oso González estaba bailando!
Cuando la música estaba a punto de terminar, todos los ositos comenzaron a correr, y subirse unos a otros, agachados, haciendo una pirámide. Oso González y Pelusa fueron hacia allí, con todos los ositos, y contemplaron la perfecta pirámide. En ese mismo instante, unas patas desconocidas cogieron a Pelusa por debajo de los brazos y… ¡la subieron a lo alto de la pirámide!

Poco después, la música acabó, y, algunos ositos bajaron a Pelusa con mucho cuidado. Esta, corrió a reunirse con su amigo, que la esperaba nervioso.
-¡Has estado genial, Pelusa! –exclamó Oso González.
-Lo habéis hecho los dos muy bien. –se lo agradeció el osito. – Qué suerte que estuvierais hoy aquí para sustituir a los dos compañeros que hoy no pudieron venir…
Los tres sonrieron, y, aunque a Pelusa no le acababa de caer bien el primo de Oso González, se dieron los tres un gran abrazo, como amigos que son.

Continuará…
El próximo mes