"¡Hop!".
Me levanté de un salto de la cama, y me vestí rápidamente. Pelusa
ya se estaba aseando en el baño. Cogí mi camiseta y me la puse
mientras me calzaba y bajaba a desayunar.
-¡Hola,
mamá! -le dí un beso en la mejilla y, mientras me servía el
desayuno, me preguntó:
-¡Hola!
¿Cómo estás tan amable hoy?
-Es
mi segundo día de clase, ¡tengo ganas! -le sonreí y terminé de
comerme mi bollito mojado en leche semidesnatada.
Subí
las escaleras y entré en el baño, del que Pelusa había salido
hacía ya un buen rato. Me aseé, y finalmente, cogí mi mochila y
esperé a mi amiga en la puerta. Mi madre se despidió, me deseó
suerte y se fue a trabajar. Pronto apareció, con las llaves a
cuestas, y trepó hasta mi hombro. Cerré la puerta y comencé mi
camino hasta el instituto.
Llegué
cinco minutos antes de que sonara el timbre. Acompañé a Pelusa a su
clase, y luego, llegué hasta la mía, donde inicié una conversación
con un labrador de pelo castaño:
-¡Hola!
Soy Oso González.
-Me
llaman Crisis. ¿Qué te ha parecido el nuevo instituto?
-No
está mal. -reí. Pronto llegó un oso panda, más pequeño que yo,
aunque de mi edad, y me sonrió.
-Hola,
Crisis. Hola... -añadió, girándose hacia mí.
-Oso
González.
-Soy
Ela Pández.
Pronto
una profesora interrumpió nuestra conversación, y exclamó:
-¡Todos
a sus sitios!
Corrí
hacia mi sitio, donde la yegua blanca que había conocido ayer ya
estaba sentada.
-Hola
-saludé, y me acomodé a su lado. Me hizo un gesto con la cabeza, y
la profesora comenzó a hablar:
-Soy
la directora. Os guiaré en una visita del instituto. Seguidme.
Todos
nos levantamos, y la directora nos sacó al pasillo. Nos llevó hasta
el vestíbulo y bajamos las escaleras, hasta llegar a una habitación
con mesas y una barra de bar detrás de la cual se encontraban dos
animales que nos ofrecieron comida. Yo acepté una galleta, y me la
comí, bajo la atenta mirada de mi compañera, Selva Roca, que pronto
se acercó a mí.
-Hola.
¿Me das un trozo?
-Claro.
-la partí a la mitad, y le di el trozo más grande. Me dió las
gracias y continuamos siguiendo a la clase juntos.
-La
cafetería. Pódeis comprar comida siempre que queráis.
Continuamos
andando hasta el patio, enorme, donde se encontraban un par de
mangostas jugando al baloncesto.
-El
patio del recreo.
Lo
inspeccionamos durante media hora, rincón a rincón, hasta que
finalmente la directora nos condujo hasta el laboratorio.
-Probablemente
regreséis en ciencias naturales. Volvamos a vuestra clase, se ha
hecho tarde.
Pasamos
por la cafetería de nuevo, dónde me ofrecieron otra galleta que
acepté y compartí con Selva, de nuevo.
Después
de la visita, tuvimos plástica y francés, donde nos dividieron en dos
grupos: francés y alemán. Todos mis conocidos se habían marchado
en el grupo de alemán, así que me quedé con una gata de gafas
azules, llamada Pal. Mantuvimos una conversación durante toda la
clase, sin casi atender a las explicaciones.
En el
recreo, Pelusa me comunicó que debía ir a consergería, pues había
un problema con sus datos. Como no podía acompañarla, salí al
patio, dónde encontré a Algodón y a Claire y Alexander,
discutiendo.
-Hola,
Oso González.
-Hola,
¿qué les pasa? -le pregunté a Algondón, preocupado.
-Bah
-le restó importancia con un gesto de la mano. -lo de siempre.
Pasé
el resto del recreo con ellos, hablando de las clases, mientras los
koalas continuaban con su discusión.
De
nuevo en clase, conocimos a los profesores de lengua castellana,
ciencias sociales y matemáticas, aunque este último ya nos había
dado clase el día anterior.
Cuando
sonó el timbre final y salí afuera, me sorprendió encontrarme a
Pelusa esperándome, y volvimos a casa, contándonos cómo había ido
el día y comentando qué nuevos amigos habíamos hecho.