domingo, 12 de abril de 2015

Oso González Cap.14

     



           Buena idea


 


      -¡Sorpresa! -gritamos, al ver la cara de sorpresa de Algodón, en la puerta de su casa. -¡Feliz cumpleaños, Algodón!
      -Gra... ¡Gracias! -consiguió tartamudear. -¡Pasad!
      Entramos en su casa y le tendimos la tarta y su tarjeta de felicitación. Después de agradecérnoslo, nos ofreció algo para picar. Lo aceptamos encantados y nos pusimos a jugar por el jardín.
      Al cabo de un rato, cuando ya estábamos cansados, entramos en casa y comenzamos a charlar.
      -¿Qué haréis en Navidad? -preguntó Algodón.
      -Yo iré a casa de mis abuelos. -contesté.
      -Nosotros también. -Claire y Alexander hablaron al unísono, como ya era natural.
      -Yo no he tenido tiempo de pensarlo, estoy muy estresado con todos los exámenes.
      -Venga, hombre, ¡si no es para tanto! -le animó Alexander.
      -Sí que lo es. -Algodón apartó la vista. -Esta semana he tenido siete exámenes, y la que viene tendré otros tantos.
      Los hermanos koala intercambiaron una mirada.
      -Además, a mí sólo se me dan bien los idiomas. ¡Soy lo peor en matemáticas!
      -Algodón, no te preocupes, podemos ayudarte. -salté yo.
      -Cierto. Oso González es bueno en matemáticas, y nosotros en las ciencias. Si tú eres bueno en los idiomas, ¡podríamos ayudarnos mutuamente! -razonó Claire. Algodón levantó la mirada y asintió, feliz.
      -Podemos quedar todos los viernes, por ejemplo. Cada vez en una casa distinta.
      -¡Y podríamos quedarnos a dormir!
      -¡Eso sería genial!
      -Empezaremos el viernes que viene.
      -¡Sí! ¡En nuestra casa! -Claire parecía muy dispuesta. Todos nos echamos a reír.
      -Aunque sólo quede un viernes antes de Navidad, no veo por qué no. -admití, al ver que todos me miraban, pues yo no había dicho nada hasta el momento. -Incluso podríais venir a mi casa.

      Después de otro rato discutiendo, por fin quedamos en reunirnos el viernes siguiente en mi casa. Así podríamos ayudarnos mutuamente, e incluso a nosotros mismos.
      Llegó la hora de irse, y me despedí de Algodón.
      -¡No os vayáis! ¡Lo hemos pasado muy bien! -de pronto, se le iluminó la cara. -¡Quedaos a dormir! -miró a su madre, quién estuvo de acuerdo con la idea.
      -Yo tendría que llamar a mi casa... -contesté.
      -¡Pues aquí tenéis el teléfono! -lo acepté y llamé a mi casa. Me emocioné al saber que mis padres estaban dispuestos. Después de que Claire y Alexander llamaran también, comenzamos a dar saltos y reír.
      Cenamos, y, tras ver un rato la televisión, nos acostamos. Pasamos casi toda la noche en vela, sin parar de hablar y reír. Claire fue la primera en dormirse, pues no le gustaba estar despierta. Después, Alexander y yo nos dormimos casi al mismo tiempo, aunque yo me desperté media hora después. Me giré hacia Algodón, quién miraba al techo, con una sonrisa de oreja a oreja. Probablemente se sintiera mucho mejor ante el hecho de la ayuda para estudiar. Me alegré por él, aunque también por mí mismo. 

 Continuará...

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