viernes, 7 de febrero de 2014

Día 3: Oso González

   Después de 5 días de hibernación, me he despertado a las 3pm. Me he vestido deprisa, por la hora, y, olvidando comer, he corrido hasta la agencia de viajes, pues Pelusa volverá mañana, y mi regalo debería estar listo. He llegado allí, me he sentado en la silla y me ha dado un tic en la pierna todo el rato hasta que salí de allí. La rana que me atendió hablaba muy rápido, por lo que no me he entarado de mucho. Ahora, acabo de llegar, me he relajado en el sofá y me he puesto a leer el viaje. Es a la playa, nos vamos el domingo y volvemos... ¿el lunes? Oh, ¡no! Enseguida vuelvo.
   Ya estoy aquí. Acabo de volver de la agencia de viajes otra vez, esta vez pedí que me atendiera otra persona (fue un ratón) y me ha alargado el viaje. Nos vamos el domingo y volvemos en un mes. ¡Yujúúúú! Ahora voy a hacer un poco de un libro de actividades de vacaciones que he comprado, y después, merendaré pronto, pues no he comido. He estado pensando y, mañana, invitaré a Pelusa a comer al Bambuoso. Me están llamando, un momento.
   Acabo de hablar con un amigo mío, Foxy. Él vive en Ribadeo, la playa a la que vamos a ir. ¡Genial! Nos ha invitado a comer con él un día y he aceptado, diciéndole que ya le llamaría. Voy a llamar a Pelusa.
   Ya he colgado. Parecía triste. Le he preguntado qué le ocurría y no me ha contestado. Hemos hablado poco y luego me he comido un tentempié. Me siento muy nerviososo por el viaje del domingo, y la mano me está temblando, así que no escribiré más. ¡Adiós!

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