domingo, 9 de febrero de 2014

Día 4: Oso González

    ¡No me lo puedo creeeeeeeeer! Pelusa ha vuelto hoy, hace, como tres horas, antes de comer. Sin darle explicaciones, la he montado en el autobús y luego hemos subido a un avión. No le he dicho a donde vamos, quiero que sea una sorpresa. Ahora mismo estamos sobrevolando las nubes, y nos quedan tan sólo unos veinte minutos para aterrizar cerca de la playa. Pelusa estaba un poco distante, pero me ha dicho que ya se le pasaría.
    Ya hemos aterrizado, estamos en el hotel. Pelusa se ha entusiasmado al ver la playa, y se está poniendo el bañador. He estado hablando con ella, y me lo ha confesado: su madre está muy enferma y le quedan pocos días de vida. Me he entristecido yo también, pero la he animado como pude. Se nota que está muy unida a ella. La he convencido de que, al fin y al cabo, la vida es así, con muertes y con vidas, pero eso no quita que no necesitemos llorar por los que ya no están. Me ha abrazado, y me ha dado las gracias. Parece que ya está lista, ¡nos vamos a la playa!
    ¡Nos hemos pasado cinco horas en la playa, tres de ellas en el agua! Son las diez de la noche y los dos venimos muy cansados. Hemos pedido comida china y nos la han traido al hotel. Estaba riquísima. Hoy hay un espectáculo, pero preferimos irnos a dormir pronto. Foxy llamó después de cenar, mañana comeremos con él. ¡Pelusa y yo estamos entusiasmados!

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